En los últimos años, las iniciativas desde varias entidades públicas y privadas crecieron en cantidad y los planes de estudio incluyen cada vez más una temática emprendedora.
La escena se repite varias veces: una persona o grupo de personas tuvieron una idea para un producto/aplicación/servicio. Envalentonados, empiezan a dedicarle tiempo y algo de plata, por fuera de sus responsabilidades principales que van desde estudiar hasta trabajos en relación de dependencia. Pero, falta de experiencia profesional y/o de fondos iniciales empiezan a aparecer como baches en el camino. Y frente a dificultades cada vez mayores, los emprendedores en potencia optan por bajar los brazos.
Esa “obra” se ve más en los ambitos universitarios, donde estudiantes con una idea empiezan a trabajar con entusiasmo pero que las dificultades de implementación, las exigencias de la carrera y otro tipo de presiones los llevan a “cajonear” eso que los tenía ansiosos hace tan poco.
Para sobrevivir esa etapa difícil del principio, y darles la oportunidad a proyectos de desarrollarse y solidificarse, en los últimos años desde las universidades se empezó a impulsar de forma más general una idea: lograr que las ideas se vuelvan proyectos. A través de distintos métodos, las casas de altos estudios buscan evitar la muerte prematura de emprendimientos.
“Las universidades son un socio natural porque están cerca del talento en la etapa inicial del emprendimiento, que es el nacimiento de la idea“, comenta Diego González Bravo, presidente de la Asociación de Capital privado, Emprendedor y Semilla de la Argentina (Arcap).
Para apoyar e impulsar esos emprendimientos, desde el sector privado existen dos modelos básicos, explica el máximo ejecutivo de la cámara sectorial de inversores. “En el sector privado tenés aceleradoras e incubadoras como dos grandes ejemplos de herramientas para maximizar los primeros pasos de los emprendimientos o start ups“, explica González Bravo. En pocas palabras, la gran distinción es que si bien ambos tipos de esquemas ofrecen apoyo de capacitación, en las aceleradoras hay una inversión monetaria que corresponde a parte del paquete accionario de la empresa neonata.
“Por eso es más común ver más proyectos en incubadoras, y las aceleradoras tienden a ser más exigentes con el tipo de emprendimientos que eligen tomar a bordo por la inversión monetaria que implica su modelo”, compara González Bravo. La entrada a una incubadora tiene otros beneficios, incluyendo la posibilidad de acceder al Fondo Semilla del Ministerio de Producción, que provee de fondos de hasta $ 250.000.
Precisamente, la distinción en inversión de tiempo e inversión en fondos es estructural en muchos esquemas universitarios de cara a promover el emprendedurismo. Y en la última década la cantidad de universidades que insertan el elemento emprendedor son cada vez más.
Los históricos
Por fuera de la nueva ola, hay programas que se destacan por su historia o por el tamaño de la universidad en la que funcionan.
Naves, el concurso de la IAE Business School, es uno de los de más larga data combinando los mundos académicos y empresarios. Desde hace 20 años, el programa de formación capacita a proyectos a través de diferentes talleres de negocios, finanzas, liderazgo marketing y más herramientas básicas para un proyecto. En los últimos cuatro, la convocatoria abierta se expandió por fuera de Buenos Aires para incluir a un grupo de emprendimientos del interior del país.
El proceso dura tres meses y culmina con un evento donde los equipos presentan su idea o plan de negocios o producto nuevo (hay tres categorías para aplicar dependiendo del avance del emprendimiento) a un jurado de “70 referentes del ecosistema emprendedor que incluye a personajes como los fundadores de los unicornios argentinos y directores de aceleradoras, lo cual les da una increíble exposición a posibles inversores que es muy difícil de conseguir en otro lado“, explica Paula López Lanhozo, coordinadora del Centro de Entrepreneurship del IAE.
Otro programa de los más antiguos en el ecosistema, pero con un eje más centrado en el sector de la ciencia y tecnología, viene del sector público. Ubatec es una empresa entre cuyos dueños se destacan el Gobierno de la Ciudad y la Universidad de Buenos Aires. Entre sus varias actividades, se incluye un rol de incubadora para proyectos que están relacionados con ciencia y tecnología.
“En general tratamos de filtrar en favor del rubro científico y tecnológico, ayudando a cubrir las falencias que tengan las ideas o proyectos que puede ser desde armar un plan de negocios o dar contacto con un grupo de investigación para aquellos que tienen una buena idea de mercado pero falta una buena vuelta de tuerca en sentido técnico“, resume Mariángeles Viqueira, gerente de vinculación tecnológica de Ubatec.
Facebook y Google son ejemplos de ideas nacidas en el ambito universitario que se volvieron en emprendimientos, con las universidades donde se formaron luego recibiendo un beneficio reputacional
Ubatec no es la única iniciativa desde la universidad pública más grande del país en pos de los emprendedores.
Hace ocho años, algunos estudiantes de ingeniería industrial se acercaron a Aníbal Cofone luego de su clase para transmitirle una preocupación: ninguna materia de la carrera los preparaba para la eventualidad de querer empezar a trabajar en sus propias ideas por fuera de una empresa. En respuesta, el secretario de ciencia y técnica del rectorado de la UBA terminó impulsando EmprendING, una cátedra abierta en la UBA para atender esa preocupación.
“Esa iniciativa propia de los alumnos te muestra el ambiente universitario tiene una energía emprendedora independientemente de lo que hagamos en las universidades, nuestro rol es estar a la altura de las circunstancias“, apunta Cofone. “Y nos conviene, porque de ser exitosos, los casos después sirven como vidriera de las universidades. Un claro ejemplo de eso es el caso de Stanford y la cantidad de emprendedores que genera para Silicon Valley”, agrega.
También apunta a casos como los Google y Facebook, donde los ex alumnos Bill Gates y Mark Zuckerberg dejaron Harvard antes de terminar la carrera para dedicarles más tiempo a los proyectos profesionales, pero que de todas formas son parte del capital reputacional de la universidad.
Clubes de emprendedores
El modelo más común en varias universidades para concentrar esa energía, sobre todo las privadas, son los clubes organizados para nuclear tanto alumnos como graduados.
Un ejemplo es Di Tella Emprende, donde alumnos de grado, posgrado y ex alumnos organizan jornadas, conferencias, capacitaciones y actividades de intercambio de contactos. La universidad Di Tella también cuenta con un taller de capacitación más intensivo de 12 semanas para participantes con emprendimientos nuevos llamado UTDT Factory . “Ambas son parte de una tradición más larga que hay acá de fomentar a los proyectos de alumnos de grado y posgrado ya sea en lasprimeras etapas de generar una idea o apoyar a aquellos que necesitan ayuda para implementar desde lo práctico“, menciona Daniel Serrot, coordinador de la Factory.
El grupo de instituciones privadas con una fuerte línea emprendedora incluye a la Universidad de San Andrés (UdeSA), que además de su centro de emprendedores, acaba de lanzar su propia incubadora, y el ITBA.
En el caso de la UdeSA, los cinco proyectos seleccionados serán incubados durante seis meses. Al final de ese período, la universidad facilitará un encuentro con aceleradoras que invertirán hasta USD 100.000. “A pesar del contexto adverso, se conjugan hoy en Argentina varios factores positivos: el gran potencial emprendedor que caracteriza al país y el desarrollo bastante avanzado del ecosistema de apoyo”, presenta Alejandro Mashad, director del Centro de Entrepreneurship de la UdeSA.
En el ITBA, hace poco iniciaron un replanteo más institucional para atender la temática emprendedora. “Hicimos un cambio desde la carrera de grado, donde incluimos materias de emprendedurismo que obligan a los alumnos a plantear una idea y desarrollarla desde cero, hasta el centro de emprendedores, generando tutoreo para el desarrollo de planes de negocio y contacto con inversores ángeles y fondos para capital semilla”, introduce Sebastián Mur, director de la carrera de Ingeniería Industrial del ITBA.
En el caso de las carreras de grado, los alumnos que sienten un deseo de ir por más con sus ideas y volcarlos en proyectos concretos, tienen acceso a la incubadora de la facultad donde son tutoreados por profesores y profesionales de la red de contacto.
Distintos perfiles
En muchas de las universidades que conversaron con Infobae se enfatizó la importancia de la colaboración como impulso base de cualquier emprendimiento que busque ser exitoso. Cofone plantea que la “gente que quiere ser emprendedora ya tiene una naturaleza distinta, pero no son todos iguales en conocimiento o historial, y eso es el mayor valor agregado que podemos poner desde cualquier universidad”.
En particular, una combinación de perfiles técnicos con algunos de negocios parecen ser la formula de cualquier emprendimiento que quiera florecer en el ecosistema actual. “Lo que se tiene que hacer es generar espacios donde los alumnos estén expuestos a una diversidad de perfiles y de ideas, porque los chispazos surgen de esas diferencias”, resume Cofone.
Las instituciones educativas del país cada vez más buscan crear esos ambientes de discusión donde se fomente la generación de ideas y las mismas puedan sostenerse en el tiempo. De ser exitosas, la escena de los cientos de posibles emprendimientos encajonados empiece a ser una rareza en lugar de ser algo normal.